“Yo quiero ser chofer profesional”. “Yo quiero ser doctor”. Son las aspiraciones de Lucía y Pedro (nombres protegidos), dos niños de 13 y 14 años que se dedican a las ventas ambulantes en las calles de Cuenca.

Oriundos de una comunidad de Loja, llegaron a la ciudad en busca de trabajo debido a las dificultades económicas que enfrentaban en su lugar de origen. Junto a su familia, se instalaron en Cuenca, donde comenzaron a vender frutas y otros productos para generar ingresos.

En las calles, se apoyan mutuamente y se cuidan el uno al otro, siempre atentos a las personas que pasan a su lado. A su corta edad, han aprendido a sortear las dificultades y se organizan para trabajar. “Hacemos turnos. Nosotros vamos a almorzar primero y después van nuestros papás, ellos recién se fueron”, dice Pedro, aunque la noche ya ha comenzado a caer.

Las adversidades no apagan sus sueños. Aunque durante las vacaciones trabajan en las calles, no dejan de asistir a la escuela cuando las clases se reanudan. En septiembre de 2024, entrarán a Octavo y Noveno de Educación Básica.

Estas historias no son aisladas. En otra concurrida zona, encontramos a Juana, una mujer de 40 años oriunda de Gualaceo, quien, tras la pérdida de su esposo hace dos años, comenzó a vender frutas y dulces para mantener a sus cuatro hijos.

“Mi esposo era el que trabajaba y si antes no alcanzaba la plata, después de que murió fue peor. No es mucho lo que se gana, pero encontrar un trabajo es muy difícil”, comenta.

Todas las tardes sale a vender frutas, mientras que en las mañanas realiza otras labores como lavar ropa para ganar algo de dinero.

Estas son solo dos historias que se pueden encontrar en las calles de Cuenca, donde se ve a niños y adolescentes en ventas ambulantes o buscando algún tipo de trabajo, ya sea por su cuenta o para ayudar a sus padres.

Estos escenarios son evidentes en zonas como 12 de Abril y Unidad Nacional, sector Parque del Dragón, algunas plazas, parques y mercados de la ciudad.

Factores

Marco Guerra, administrador del proyecto Juntos Crecemos “El Capullo” de Acción Social Municipal, señala que factores como la falta de empleo, la pobreza y pobreza extrema llevan a que niñas, niños y adolescentes abandonen las actividades propias de su edad para trabajar.

“Hay niños que están fijos en algunas calles (…) Realizamos intervenciones para ofrecer apoyo y concienciar a las personas sobre que los niños no deben estar ahí. Ellos tienen derecho a la educación, a la salud, a la alimentación, a la recreación, pero hay menores en situación de pobreza y pobreza extrema”, asegura Guerra.

“El Capullo” surgió en 2021 como respuesta a la crisis provocada por la pandemia de COVID-19. Esta orientado a niños, niñas y adolescentes de 5 a 12 años que se encuentran en situación de vulnerabilidad, de riesgo o en callejización.

Realizan recorridos por la ciudad para dar a conocer el proyecto tanto a locales como a familias que llegan temporalmente desde otras regiones. Algunos aceptan el apoyo, pero otros prefieren no participar debido a la naturaleza temporal de su estancia.

La migración interna se ha intensificado en los últimos años, con un flujo constante de personas que se trasladan de sus lugares de origen a Cuenca, Quito y Guayaquil. Estas ciudades, con su dinámica económica, se han convertido en destinos principales para quienes buscan nuevas oportunidades.

El último censo de 2022, revela que 2′928.515 personas habitan en una provincia distinta a la de su nacimiento. Expertos explican que la migración interna en Ecuador se debe a la reducción de recursos en el campo y a la dificultad económica en las áreas rurales.

Pobreza en área rural alcanzó el 43,2 % en junio

Según datos del INEC, en junio de 2024, la pobreza a nivel nacional se ubicó en 25,5 %; mientras que la pobreza en el área rural alcanzó el 43,2 % y la pobreza extrema el 24,1 %.

Se considera a una persona pobre si percibe un ingreso familiar per cápita menor a 91,55 dólares mensuales; y pobre extremo si percibe menos de 51,60 dólares, es decir, 1,72 dólares al día.  

Precisamente, la pobreza es uno de los principales desafíos que enfrentan los programas como “El Capullo”, porque hay niños que viven en sectores rurales y necesitan recursos para el transporte.

Los ingresos de las ventas ambulantes se priorizan para alimentación, arriendo y vestimenta y no pueden costear otros gastos adicionales como pasajes.

Asimismo, cifras de la ONG “Pacto por la Niñez y Adolescencia” desnudan una triste realidad sobre el aumento del empleo infantil en el Ecuador. En 2022 el número de niños que trabajaba era de 270 mil, hoy bordea los 370 mil, esto es un aumento del 37 %, según el reporte de junio de 2024. (PNH)-(I)

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niños acoge el proyecto “El Capullo” con familias en situación de pobreza, violencia y en callejización. La atención está basada en una metodología lúdica-creativa.

DATOS

  • En julio y agosto crece el trabajo infantil en Cuenca. Esto se debe a que, en la temporada de vacaciones escolares, niños y adolescentes van a trabajar.
  • En septiembre inician las inscripciones para el programa “El Capullo” que es gratuito. Los interesados pueden acudir a las oficinas en el Parque La Libertad.

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