Por: Amín Cruz
“La historia no se repite, pero sí rima”.
El presidente Donald J. Trump ha iniciado su gestión con determinación, aplicando sin demora muchas de las promesas que hizo durante su campaña y cuenta con el tiempo de ejecutar las que nunca fueron expresadas y estas, sí, que son muchas.
Para algunos, esto demuestra coherencia y carácter. Para otros, representa el inicio de una etapa incierta que podría afectar seriamente la estabilidad económica y política tanto de Estados Unidos como del resto del mundo. Se visualiza un caos en el mundo económico, hay una tensión en todos los Estados Unidos y el mundo, todos hablan de calma, pero la realidad es otra.
Una de sus medidas más controversiales ha sido la imposición de aranceles sin precedentes, que están dando un giro radical a la economía global. Tras más de 80 años de reducción progresiva de barreras comerciales por parte de Estados Unidos, Trump ha revertido ese camino en tan solo tres meses. Su política arancelaria ha elevado los impuestos a las importaciones hasta niveles que no se veían desde la década de 1930.
Este sábado entró en vigor un nuevo arancel del 10% a prácticamente todos los países con los que Estados Unidos mantiene relaciones comerciales, sin importar si son aliados o adversarios. La orden ejecutiva fue anunciada como un “día de liberación” por el propio Trump, lo que muchos analistas ya califican como el inicio formal de una guerra comercial a escala global.
Hay un dicho popular que reza: “guerra avisada no mata soldado”. Y lo cierto es que Trump anunció todo esto desde su campaña. No es sorpresivo. Lo que sí sorprende es la magnitud de sus consecuencias. No se entiende cómo hay millones de personas que hoy se declaran arrepentidas de haber votado por él, cuando su postura ha sido coherente con su retórica. De hecho, tengo amigos que están arrepentidos, mientras otros celebran las medidas con entusiasmo.
En un artículo que escribí antes de las elecciones, advertí que la aplicación estricta de estas medidas podría perjudicar gravemente a la economía estadounidense. Un país cuya fuerza productiva depende en gran parte de la mano de obra inmigrante -especialmente la latina-, y cuya competitividad está profundamente ligada al libre comercio, no puede permitirse el lujo de encerrarse en sí mismo. Subir aranceles sin una estrategia clara genera efectos colaterales difíciles de controlar.
Apenas estamos comenzando esta nueva etapa y ya se han hecho sentir los efectos en los mercados. En menos de una semana, todas las bolsas económicas del mundo han registrado fuertes caídas, y la Bolsa de Valores de Nueva York, Wall Street, ha encadenado tres días consecutivos en rojo, perdiendo miles de millones de dólares. Esto es una señal peligrosa para la estabilidad de la nación.
Los inversionistas están alarmados, y las protestas no se han hecho esperar. En varios estados ya se están organizando marchas contra las políticas económicas del presidente. Los expertos advierten que esta situación podría derivar en una crisis global con consecuencias impredecibles. La sombra de una recesión económica se vislumbra en el horizonte… Pero la Unión Europea y otros países del mundo están hablando de hacer un bloque asociado de economía, independiente de los Estados Unidos.
Me pregunto si la administración de Trump, el Congreso, o incluso el Pentágono, igual que la oposición del partido Demócrata y Liberal están conscientes de la magnitud de lo que está ocurriendo, o si simplemente están atrapados en una especie de limbo político. Mientras tanto, los precios suben escalonadamente… La inflación avanza y se suma a los problemas estructurales que ya enfrentaba el país.
Trump ha desafiado todos los parámetros de un sistema democrático basado en el equilibrio de poderes. Su enfoque pragmático y agresivo —“amenazar primero, exigir después y negociar al final”— se ha convertido en su sello personal. Muchas de sus promesas parecían imposibles, pero su historial demuestra que es capaz de concretar incluso las más polémicas.
Como diplomático, historiador, educador, periodista y presidente de organizaciones internacionales: Congreso Hispanoamericano y Congreso Mundial de prensa, expresó una profunda preocupación. ¿Qué rol jugará ahora la Organización de las Naciones Unidas (ONU)? ¿Podrá actuar? ¿Querrá hacerlo? ¿O permanecerá en silencio ante lo que se avecina?
Dice un refrán sabio:
“No es lo mismo llamar al diablo, que verlo venir.”
Y otro aún más claro:
“El que siembra vientos, cosecha tempestades.”
“La historia no se repite, pero sí rima. Y hoy, esa rima suena cada vez más parecida a tiempos que creíamos superados”.
Dr. Amín Cruz CEO presidente, fundador del Congreso Hispanoamericano de Prensa y del Congreso Mundial de Prensa, Padre Embajador del Periodismo Hispanoamericano y Latinoamericano, diplomático, historiador, escritor, educador.