La de Celine Dion no es la primera gran voz que se quiebra, pero el documental en el que ha registrado su actual lucha contra la extraña enfermedad que padece por recuperarla sí es una pieza nada habitual en el «star system» por su honestidad, sin ocultar momentos de gran vulnerabilidad.
«Ya no puedo con más mentiras», afirma en esa producción que está disponible en Prime Video bajo el título de ‘I am: Celine Dion’ y en la que reconoce por ejemplo que, a causa del síndrome de persona rígida que comenzó a sufrir hace 17 años, la medicación necesaria para paliar el dolor y subir a actuar hubo de ir igualmente en aumento.
«Hacía trampas, como darle golpes al micrófono como si fuese culpa del sonido. A veces teníamos que parar el show para cambiarme de ropa, pero ya no volvía», rememora sobre noches en las que la medicación dejaban de hacer efecto en plena actuación.
El documental, de aproximadamente 90 minutos, es el colofón a una serie de revelaciones que Dion ha ido ofreciendo a sus seguidores durante los últimos años para explicar su ausencia de los escenarios.
Aunque se mantiene estoica, las lágrimas fluyen sin poder evitarlo durante gran parte del metraje y muestra con desesperación cómo le repercute en su otrora virtuosismo vocal ese síndrome. «Yo creo que era buenísima, hice cosas espectaculares», solloza al recordar el mayor agudo de su carrera con ‘All By Myself’.
‘I am: Celine Dion’ está lejos de ser un recorrido pormenorizado de los logros y canciones de la artista ganadora de cinco premios Grammy, pero se incluyen varias actuaciones memorables que, por contraste, hacen más angustiosa su situación actual.
El documental arranca fuerte, con una intervención médica en una habitación de hotel, una escena grabada mientras la cantante yace en el suelo, incapaz de responder siquiera a preguntas por el dolor. Inmediatamente se pone contexto: sufre un síndrome que solo afecta a una o dos personas entre un millón.
«El año pasado me puse tan mal que no podía ni caminar. Perdía el equilibrio y me dolía mucho. Sigo sin poder usar la voz. Echo mucho de menos la música, pero también a la gente», afirma.
Dion abre las puertas de su casa, donde escucha a menudo grabaciones de María Callas, de la que guarda un collar que le regaló su difunto marido, René. «Espero que la Callas me dé fuerzas», se le oye decir.
Comparte escenas íntimas con dos de sus hijos, visita un depósito donde guarda buena parte de los modelos más espectaculares que ha vestido en las alfombras rojas y acude regularmente a su fisioterapeuta, que sigue de cerca todos sus avances.
En ese punto, la artista lleva dos años sin cantar, pero decide volver a exponerse ante el micrófono de un estudio de grabación. «No sé si voy a poder hacerlo, pero no puedo vivir con la duda», argumenta, mientras pelea con su garganta. No canta tan fluido como antes, pero sale airosa.
Y entonces, otra crisis. Es probablemente el momento más crudo de todo el documental, con la artista completamente rígida, incapaz de controlar su propio cuerpo, hasta que con ayuda de su equipo vuelve a ser ella misma.
«El viaje no ha terminado. Hay que seguir dando pasos», le consuela su médico, ante una Celine Dion a la que hacer lo que adora, cantar, le puede provocar esas crisis por la sobrestimulación cerebral.
Suena entonces ‘Who I Am’ de Wyn Starks y la intérprete de ‘My Love Will Go On’ vuelve a levantarse. Con resolución, afirma: «Si no puedo correr, caminaré. Si no puedo caminar, me arrastraré. No voy a parar».