El jefe del movimiento libanés Hezbolá, Hasan Nasralá, reconoció el jueves (19.09.2024) que el estallido de aparatos de comunicación de miembros de esa formación proiraní, que atribuyó a Israel, constituyó un «duro golpe» por el que prometió un «justo castigo».
Nasralá denunció que la «masacre» podría considerarse como «una declaración de guerra», en su primer discurso desde las explosiones del martes y del miércoles de bíperes y walkie-talkies en bastiones de Hezbolá – agrupación considerada por la UE como terrorista – en Líbano, que dejaron 37 muertos y casi 3.000 heridos.
El líder del movimiento proiraní afirmó que Israel enfrentará «duras represalias y un justo castigo, tanto donde lo espera como donde no lo espera». Durante su declaración televisada, aviones israelíes sobrevolaron Beirut rompiendo la barrera del sonido.
Las explosiones simultáneas de cientos de bíperes, un dispositivo de comunicación utilizado por Hezbolá, mataron el martes a 12 personas; el miércoles, murieron otras 25 en explosiones en walkie-talkies, según balances del ministerio libanés de Salud.
Hezbolá indicó que 25 de sus miembros murieron por las explosiones. Nasralá dijo en su discurso que «el enemigo quería matar a no menos de 5.000 personas».
Israel no se ha pronunciado sobre esas explosiones, pero el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, declaró el miércoles que el «centro de gravedad» de la actual guerra contra el movimiento palestino Hamás en Gaza se está moviendo «hacia el norte», a la frontera con Líbano.