Jorge Palacios Alvear
Cada 5 de enero, Ecuador celebra el Día Nacional del Periodista Ecuatoriano, una fecha que invita a reflexionar sobre el papel fundamental de la prensa en la democracia y el bienestar de la sociedad. Sin embargo, al mismo tiempo que celebramos este día, debemos confrontar la realidad de un periodismo que atraviesa serios desafíos en el país: la presión de intereses políticos, el amarillismo que distorsiona la verdad, las amenazas constantes a la libertad de expresión y, a veces, la desinformación que predomina en ciertos medios.
El periodismo en Ecuador enfrenta una polarización alarmante, donde, en ocasiones, la línea que separa lo que es informativo de lo que responde a intereses políticos es difusa. Los medios de comunicación, que deberían ser un contrapeso al poder, se ven arrastrados por fuerzas externas que buscan manipular el contenido informativo para su propio beneficio. En este contexto, algunos periodistas se ven obligados a publicar versiones sesgadas de la realidad, cediendo a las presiones de actores políticos que desean controlar el mensaje.
Además, el amarillismo ha calado hondo en diversos espacios mediáticos, siendo utilizado como una herramienta para captar la atención y aumentar la audiencia, sin importar el costo a la verdad. Las noticias sensacionalistas, los titulares explosivos y la exageración de los hechos son prácticas comunes en algunos medios, lo que debilita la confianza del público y genera una atmósfera de desinformación. En lugar de informar con rigor y responsabilidad, se opta por atraer clics, vistas y lectores a toda costa, aunque ello implique alterar la realidad.
A esto se suma una creciente amenaza hacia la libertad de expresión. Los periodistas ecuatorianos, en particular aquellos que se atreven a cuestionar el poder o a destapar la corrupción, enfrentan hostigamiento, agresiones y hasta amenazas de muerte. La intimidación no solo pone en peligro la vida de los profesionales del periodismo, sino que también debilita el derecho de la ciudadanía a estar informada de manera veraz y libre de presiones.
En este contexto, se torna urgente replantearnos qué tipo de periodismo queremos para el Ecuador. ¿Deberíamos conformarnos con un periodismo que responde a los intereses de los poderosos, que distorsiona la verdad para sembrar división, o debemos reivindicar un periodismo serio, ético, valiente, que se comprometa con la verdad y con el derecho de las personas a estar informadas? La respuesta debe ser clara: necesitamos un periodismo que se enfrente a las presiones políticas, que sea autónomo, que busque la verdad, que respete los hechos y que garantice la pluralidad de voces.
En este Día Nacional del Periodismo, no solo es necesario recordar la importancia de la labor periodística, sino también reconocer los esfuerzos de aquellos que, aún en medio de dificultades, siguen defendiendo la libertad de prensa. Es vital que como sociedad apoyemos el trabajo de los periodistas que luchan por mantener la integridad de la información, y que demandemos una prensa que se aleje de la desinformación y del amarillismo, para que los ciudadanos puedan ejercer un juicio informado y consciente.
El futuro del periodismo en Ecuador depende de todos nosotros. La lucha por un periodismo libre, ético y responsable debe ser una tarea constante, donde la verdad y la objetividad prevalezcan por encima de los intereses de turno. En el Día Nacional del Periodismo, honremos a quienes siguen trabajando en aras de la verdad, sin ceder ante la manipulación ni la amenaza.